LA DANZA DEL CURUCUSÍ
EN LA MENTE DEL MONTE
Poesía silvestre es el parpadeo del
curucusí en la selva misteriosa donde habitan los jaguares, el río, la resina
de los árboles, la distancia y los ojos que giran como mandala en su despedida
que es entrega y desprendimiento.
Poesía silvestre es el ardor escuchado
con las flores del cuerpo y con la mente del monte, capaces de callar el “volumen
del mundo”, para oír tan solo la “evidencia del corazón que rebasa la jaula”
y evoca el ingreso de “impetuosas proposiciones: desde saltar el
muro con cautela para robar naranjas, hasta devorarse en la cama a partir de la
oreja.”
Luego del ímpetu con los habitantes
de la selva, retorna el curucusí a su propia luz, planeando con sus diminutas
alas los próximos vuelos-parpadeos para guerrear con el tiempo y la distancia,
pero las circunstancias son tales en su oreja, en su selva, en su ser
hecho jaguar, resina y río, que en “desborde”
somos testigos de que “ni el más grande transatlántico puede con la
marea de lo fervoroso” y la danza del curucusí en la mente del monte.
Claudia Vaca
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